viernes, 4 de enero de 2008

Duele

A veces es muy difícil ser comprendido en el dolor. Es ahí, cuando más necesitamos del otro, que lo sentimos más lejos. No importa cuánto pensemos que podemos ponernos los zapatos ajenos: en la oscuridad del dolor la única que nos da su helada mano es la soledad. No importa que tus afectos estén cerca para consolarte, nada nos alivia. La soledad y el tiempo, te llevan en andas y te arrastran por alfombras de recuerdos que queman al hacer contacto con la piel. No importa nada porque estamos solos, al igual que cuando nacemos, al igual que cuando morimos.
Los sentimientos se funden para ser uno; las imágenes nos llevan siempre a la misma fotografìa y la cabeza, irremediablemente, juega con nosotros. La vida se nos rie en la cara y no nos quedan ganas para contradecir a nuestra mala suerte. Que nos devore de una vez, es lo menos que podemos pedir.

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Frida con pájaros

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