viernes, 10 de julio de 2009

La porca soy soy ¿hay vacuna?

Bueno, sí, época de gripe porcina y piano piano, cada cual a su hogar, y más si tenés 30 semanas de hermoso embarazo. La cuestión es que luego de unos días de reclutamiento, demasiadas horas de soledad ya que los gatos se niegan a contestarme y Manuel sólo lo hace a través de pataditas en un código cuasi morse, decidí en mi aburrimiento cortarrrrrrrme el pelo. Así, con la rrrrrrrrrr a pleno. No sé todavía cómo me quedó...es que sigo horrorizada por la imagen que me devolvió el maldito espejo del peluquero de barrio.
Marido desde hace mucho tiempo me dice "chancha". Todas las parejas tienen dentro de su código interno, íntimo, apodos que en vez de ofender, nos hacen poner cara de boludos o de cómplices boludos, que es peor. Y nos alegran e identifican con nuestra media naranja. He oído vocativos plagados de barbaridades que van desde "mor" (en vez de "Amor", ajjjjj) hasta "perra". Parejas perfectamente normales (?) que en sus apodos... vuelcan. Muchas veces con admiración por la capacidad creativa de estas gentes, me preguntaba cuál sería el motivo por el que uno le dice a su pareja desde el clásico "gordo" o "bruja" y eso es tomado no solo con ternura, sino también -oh , Dios- con naturalidad. Decíamos que marido me dice "chancha". No me gustaba al principio, como toda mujer que lucha con sus kilos desde que tiene conciencia y se come un cuarto de helado con culpa (¿hay otro tipo de mujeres en este mundo?) me parecía, al menos, una falta de respeto, una incomodidad innecesaria como cuando alguien tiene un pedazo de perejil en los dientes y nadie dice nada para no avergonzar al comensal descuidado. El trato que merezco es otro: "mentime que me gusta y haceme sentir Kate Moss en su esplendor anoréxico". Después, y como con tantas cosas de la pareja, me acostumbré y ya me suena bien...de hecho me remite más a una picardía de alcoba que a un insulto a mi anatomía. Eso era hasta hoy.
El espejo de José Luis fue lapidario, tanto que no puedo ver aún cómo me quedó el corte de pelo y quejarme como lo hago siempre después de que las tijeras se encargan de mi extralaciosinforma; Tampoco me vengan con que la panza es normal a una persona em-ba-ra-za-da. O voy a tener trillizos y dos de ellos se alojan en mis nalgas, o estoy hecha una chancha.
Marido tristemente tiene razón. O es un visionario. Y apenas me llame con esa voz dulzona de esa manera que ya no quiero ni pronunciarrrrrrr, lo acuchillo. Oink.

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Frida con pájaros

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