lunes, 3 de agosto de 2009

Porqué amo a marido



PARA MANUEL CON CARIÑO...


Buenos Aires, 3 de agosto, subte D. No hay nada más anónimo que los rostros que viajan en subte. Miradas sin ganas de mirar soportan la ardua espera hasta la estación final. Uno no es la excepción y mi destino, la última parada. Aproveché para estudiar los beneficios de una prepaga que publicitaba en el subte. Imaginaba que "el Accor 110 sería muy berreta, pagas, pagas y después no te cubre nada, y así con los demás planes", nada relevante, solo pasar el tiempo. Pero todo cambió en la estación Bulnes: cuando giré mi cabeza hacia la izquierda, increíblemente me encontré con él. Sí, el más grande de todos, el maestro del fútbol argentino, el orgullo nacional. Señoras y señores, con ustedes: Ricardo Enrique Bochini, el mismo del gol a la Juventus en el 73, del campeonato del 78 ganado en Córdoba con ocho jugadores, el 10 del inolvidable Independiente campeón del mundo del 84. Estaba ahí, paradito contra un palo, con ganas de no ser descubierto, peleándose con su celular por un maldito mensaje de texto.


¿Qué hacer? ¿lo molesto?¿ le pido un autógrafo? Mi hijo, que todavía está en la panza, no me lo va a permitir. La voz y las patitas me temblaban como nunca; "pero carajo soy periodista, no ingeniero, me dedico a esto. Al Diego lo encaro, no tendría problema pero el Bocha es el Bocha…". Espere cinco estaciones y fuí..


-Maestro me firma un autógrafo para mi hijo Manuel?


-Sí, como no.


"Para Manuel con todo cariño, Bochini".




-Gracias por todo, le respondí y me alejé a una distancia considerable.


Un tipo que estaba sentado se rió. "Este grandote boludo no se decidía a pedirle un autógrafo", seguro pensó. El Bocha siguió contra un palo como escondiéndose en la barrera, en su pelea intestina contra el celular. Llegamos a Congreso de Tucumán, se escapó rápido por la otra puerta y encaró con prisa la escalera mecánica. Desde atrás pude contemplar la pelada más maravillosa del mundo; gambeteó los molinetes como rivales en la doble visera, pero una duda en la salida lo puso en mi mismo escalón.


-General Paz para la derecha, no?, me preguntó.


Asentí con la cabeza y me sentí Bertoni tirando paredes con el Bocha. El quebró la cintura y se fue en un taxi.




Manu estará feliz. Tiene la camiseta número 0, el autógrafo del Bocha y con un video del campeón mundial del 84 y tres goles de Gandín -sí Chipi, tres nada más, hacelo por mi hijo- el Manu sale del rojo y ojala que a los 33 Independiente le de un ídolo que, aunque viejo y pelado, le haga temblar las patitas.

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